La misma esquina
Allí estaba ella otra vez. Podía notar su perfume y el sonido de sus tacones sobre la acera. Notaba como se acercaba a él como cada martes. Como se acercaba a su esquina. A la misma esquina desde hacía 4 meses. Sus gafas negras y su bastón blanco eran una barrera difícil de franquear. Jamás se fijaría en él.
Estaba pasando junto a él, podía notar el contoneo de sus caderas, como el viento jugaba con su pelo, oler el humo de su Ducados, pero no se atrevería a decirla nada. Él se conformaba con eso.
Ya se iba. Sus formas, olores y sonidos se alejaban hasta el próximo martes. Allí la seguiría esperando una semana más.
10 segundos en los que él conseguía tenerla entre sus brazos.
4 meses y no sabía su nombre.
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